Una reflexión popular reza que “los derechos de uno
terminan donde empiezan del otro”. Entonces, ¿quién regula nuestros derechos
para que sea de esta manera? El Estado como el gran ente organizador de la
sociedad entre en juego. El caso Mallku Khota muestra al Estado como un actor
pasivo o demasiado lento para realizar acciones para frenar la violencia entre
comunarios y, además, el secuestro de cuatro personas.
Según la Constitución Política del Estado (CPE), en el
artículo 30, parágrafo 2, inciso 15 indica que “las naciones y pueblos indígena
originario campesinos tienen derecho a ser consultados mediante procedimientos
apropiados… cada vez que se prevean medidas legislativas o administrativas
susceptibles de afectarles… respecto a la explotación de los recursos naturales
no renovables en los territorios que habitan… (y tienen derecho) a la
participación en los beneficios de la explotación de los beneficios dela
explotación de los recursos naturales en sus territorios”.
Vemos que los comunarios defienden sus intereses basados en
este artículo. Pero la protesta que realizaron, secuestrando a esas cuatro
personas, de ninguna manera puede ser
aceptada ya que estarían violando el art. 15, par. 1 “toda persona tiene
derecho a la vida e integridad física. (…) Nadie será torturado, ni sufrirá
tratos crueles, inhumanos”; y el par, 2 “todas las personas… tienen derecho a no
sufrir violencia física”
El gobierno del MAS actúa de forma dispareja en cuanto a
hacer espetar los derechos se refiere. Se tuvo que es esperar que exista un
fallecido y cuatro secuestrados, debido a los conflictos, para entrar en acción
para que se cesen las agresiones en la comunidad. Después de liberar a las
personas cautivas, se dio paso a cumplir el derecho por el cual peleaban los
comunarios que está escrito en el artículo 30 de la CPE.
Existen otras medidas para hacer escuchar nuestras demandas,
incluso más efectivas. No es necesario violar la integridad física de otras
personas, ni recurrir a enfrentamientos y que se derrame sangre. Debemos hacer
cumplir nuestros derechos y no podemos vulnerar los del otro, porque existe un
camino que es inagotable, el diálogo.