EDITORIAL
El sector salud y el gobierno, mediante la firma de un preacuerdo,
ponen fin a 52 días de conflicto y dará paso a la atención de pacientes desde
el lunes 21 de mayo y de esta manera sólo queda esperar hasta julio, mes en el
que se realizará la Cumbre Nacional de Salud.
Pasado los conflictos callejeros entre estudiantes de medicina y
policías, entre Ministro de salud y Colegio de Médicos, sólo cabe esperar y ver
si hay una luz al final del túnel. La Cumbre Nacional que se aproxima será – y
esperemos que así sea – el capítulo final de esta larga novela en la que se vio
sumergida toda la población boliviana. También servirá como medidor de fuerza
para el gobierno, que últimamente tiene una imagen cada vez más deteriorada por
sus decisiones a destiempo.
Una cumbre que promete poner fin a estos conflictos es vista con gran
expectativa y trae consigo varios retos. Existen varios, en los que se ve que
el problema que atraviesa la salud en Bolivia no es sólo de carácter de seis u
ocho horas de trabajo, sino va más al mejoramiento de infraestructura, la
creación de la misma, el mejoramiento tecnológico, dotación de más ítems,
capacitación para todo el personal y más recursos financieros.
Entre tanto esperar a que se dé fin de una vez por todas a esta
disputa, el decreto 1232 termina con la susceptibilidad de que el gobierno no
cumpla con lo pactado y que de ahora en adelante sólo se tenga en mente para
los dos ambos bandos, tanto galenos como gobierno, la proposición de soluciones
en una cumbre que tiene la oportunidad única de lograr un resultado
significativo para la sociedad boliviana, como es el mejoramiento del sistema
de salud nacional.
El final perfecto de esta novela debe ser el que tenga a la población
en general como la principal favorecida y esperemos que el gobierno reflexione
y si existen problemas venideros dé soluciones antes que el conflicto crezca y
no se lo pueda controlar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario